Has revelado grandes cosas a los pequeños
Adviento
Lucas
10, 21-24. Adviento. Dios devela sus secretos y su misterio sólo a los
sencillos de corazón.
Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y
dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a
pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido
entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y
quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los
ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes
quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que
vosotros oís, pero no lo oyeron».
Oración introductoria
¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento
que me concedes para dialogar contigo! ¡Gracias, porque me revelas los
misterios de tu Reino! ¡Gracias por el don de la fe! Me siento dichoso
al ser tu hijo adoptivo. Te amo, Señor.
Petición
Señor, ayúdame a ser sencillo, manso y humilde de corazón.
Meditación del Papa Francisco
Este momento de profunda alegría brota
del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del
cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e
inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños. Dios ha escondido y
ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el
revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de
su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre
Satanás.
Dios ha escondido todo a aquellos que
están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están
cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede
pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él
mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que
siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los
“pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados,
los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha
llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en Maria, en José, en
los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del
camino, en el curso de su predicación.» (Papa Francisco, Mensaje del
santo padre Francisco para la 88ª Jornada Mundial de las Misiones 2014)
Reflexión
La euforia reina en los comentarios, en los rostros de los discípulos
tras su exitosa misión. Jesús los recibe y parece también Él contagiarse
de la alegría con que lo celebran. No es solamente un triunfo humano.
Es ante todo el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres
sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en
heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. Y son ellos, gentes
sin formación, los que llegan a conocer tal misterio, pues como dijo san
Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...)
desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre
vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser
sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de
Dios" (1Cor 3, 18-9).
Da que pensar el hecho de que a lo largo de más de 4000 años de historia
Sagrada, los personajes que Dios ha escogido para anunciar a los
hombres sus mensajes, hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin
instrucción. En muchos casos eran apocados o tímidos, también mujeres
virtuosas aunque a simple vista débiles. La historia de los pastores
como José, el hijo pequeño de Jacob, y el mismo David, el rey, parece
repetirse cuando la Sma. Virgen María escoge a las personas más
sencillas para revelar sus mensajes. La historia de san Juan Diego y la
Virgen Guadalupana, las de los pastorcillos de Fátima, o la de
Bernardette en Lourdes son sólo algunos casos. Y esto no es por pura
coincidencia, sino testimonio de la coherencia de los planes de Dios. La
sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas
humildes y simples.
Él devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón.
Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos.
También quisiera hacerlo en nuestra oración de hoy y de cada día,
contando con nuestra colaboración.
Propósito
Buscar en este día, ser humilde y pedirlo en la oración como una gracia.
Diálogo con Cristo
Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte,
amarte, seguirte e imitarte, ¡qué gran privilegio! ¡Qué inmensa
alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la
sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi
amistad contigo y eso significa que necesito una confianza
inquebrantable en tu infinito amor.
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